La bienvenida de Placebo a su público en el recinto de avenida Corrientes y Bouchard fue marcada por un cartel en las pantallas que tenía un tono de deseo y aires de advertencia, aunque estaba en inglés, lo que ya indicaba cierta distancia con aquellos que no dominan el idioma.
El mensaje, traducido al castellano, solicitaba amablemente a los fans que no grabaran el concierto con sus teléfonos celulares, argumentando que dificultaba la performance y la conexión emocional con la música. Además, se destacaba que era una falta de respeto hacia los demás asistentes. Este mensaje fue reiterado por Brian Molko a través de una voz en off previa al inicio del concierto, pero esta vez en español, lo que indicaba que la interacción público-artista sería atípica.
Placebo, en su quinta visita al país, se presentó como sexteto y más rockero que nunca, con una formación ampliada y variada en instrumentos. La noche estuvo marcada por la presencia de personal de seguridad que impedía grabar el concierto con linternas LED, lo que generó un clima de tensión. A pesar de las condiciones y del objetivo de presentar su último álbum, «Never Let Me Go» (2022), Placebo logró transmitir emociones y crear una experiencia de comunión con el público.
El concierto, que incluyó una emotiva dedicatoria a Stuart, el fallecido hermano mayor de Molko, fue una oportunidad para sumergirse en la música de la banda y disfrutar de su evolución a lo largo de los años. A pesar de los desafíos técnicos y las restricciones, Placebo logró sorprender y emocionar a su audiencia, demostrando una vez más su capacidad para reinventarse y ofrecer experiencias únicas en cada presentación.